Cerró los ojos y se lanzó. En cuanto sus piececitos tocaron el agua el miedo se disolvió en un remolino de burbujas y comenzó a nadar feliz y completamente libre como un pequeño pez. ¿Los manguitos? Bueno, ese es un detalle sin importancia. ¿Acaso los pececitos no usarían ruedines si aprendieran a andar en bicicleta?
(c) Autora del texto, Gracia Iglesias (Escritora y dinamizadora cultural)
(c) Ilustración de Antonio Montero (Ilustrador)
Este cuento y su ilustración se hicieron para el blog Cuentos para leer de una sola vez de Fran Nuño.