
Se trata de un lugar maravilloso donde, como dice Esther (y repite su página web), "los sábados pasan cosas". Cosas como, por ejemplo, que aterrice una nave-bellota del espacio y, por arte de birlibirloque la librería se llene de girasoles y gallinas, que caigan monedas del cielo y se conviertan en lluvia cantarina, o que al fin veamos las praderas del techo de Kirikú como se tienen que ver gracias a la perseverancia de un murciélago (sí, sí, en el techo de Kirikú hay una pradera).
La mañana del sábado parecía gris y tristona, pero en ese refugio prodigioso donde el cielo y el suelo se intercambian y donde caben todas las historias del mundo, todo adquiere un brillo más hermoso y nuestros pequeños y extraterrestres agradados se sintieron muy bien recibidos.
Muchas gracias a los amigos y amigas que vinisteis a vernos. La librería estaba llena y disfruté muchísimo con unos niños y niñas que estaban muy, muy entregados a la historia. ¡Fue realmente agradable!
Aquí dejo algunas fotitos.







