A finales de noviembre tuvieron lugar en Cáceres las VI Jornadas sobre Bibliotecas Escolares de Extremadura, un encuentro muy interesante en el que tuve la suerte de coincidir, entre otros, con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2009, Alfredo Gómez Cerdá, y con el escritor y cuentacuentos de Guadalajara (reciente ganador del Premio Internacional de Compostela de Álbum Ilustrado Pep Bruno.
Como suele ocurrir en los encuentros de este tipo, las ponencias se solapaban y no pude escuchar a muchos de los participantes a cuyas exposiciones me hubiera agradado atender. Con todo, fue un placer escuchar la ponencia inaugural de Gómez Cerdá, "Literatura Infantil y Juvenil sin preoposiciones", en la que hizo un muy certero análisis de lo que es y no es la LIJ y una interesante reflexión sobre la importancia de esta literatura como sustrato que nutre las mentes de aquellos a quienes un día traspasaremos las riendas de este mundo.
Por cierto, que el encuentro del escritor con cerca de 300 escolares de toda la provincia cacereña tuvo algo de parecido al encuentro de una estrella del pop con sus fans. Como dijo Felipe Zayas haciendo alusión al hecho, los niños y niñas "se sabían las letras", pero no de las canciones, sino de los libros de Cerdá. Todo un gozo.
Acudí también a la charla de Lorenzo Soto, responsable de la Sala Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez Ruiperez), quien dio ejemplos muy valiosos de cómo inspirar y alentar el gusto por la lectura en los jóvenes, ese grupo a veces tan abandonado a dos aguas entre las actividades para adultos y las infantiles.
Igualmente interesante me pareció el análisis que hizo Felipe Zayas, del Centro Virtual Leer.es sobre la necesidad de adaptar las actuales formas de enseñanza de la literatura a las posibilidades que ofrece la era digital.
Las jornadas se cerraron con la magia de los cuentos invocada por los escritores Pep Bruno y Antonio Rubio quienes, cada uno a su manera y de formas bien distintas, desplegaron las alas de un buen número de libros que deberían llenar las estanterías de cualquier biblioteca escolar. Pep, con su carisma de siempre, supo meterse en el bolsillo al auditorio que llenaba la espléndida sala plenaria del Complejo Cultural San Francisco de Cáceres, haciendo que los allí presentes participáramos de los cuentos que él iba desgranando. Rubio, por su parte, puso el broche poético a la jornada.
Para entonces yo ya había intervenido, haciendo una breve exposición demostrativa sobre cómo contar un cuento y, por supuesto, algún cuento conté.
Las fotos buenas son cortesía de José Vidal Lucía. Las tres que encabezan el post y que tienen una calidad mucho peor son culpa mía, en ellas aparecen Alfredo Gómez Cerdá, Lorenzo Soto y Pep Bruno en sus respectivas intervenciones.
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