¡Qué alegría da sacar de paseo la maleta de cuentos!
Después de muchos meses volcada en un
proyecto que ha acaparado toda mi atención, y que a cambio me ha dado momentos
de gran alegría, el tesoro de un montón de nuevos amigos y amigas, y la
oportunidad de aprender muchas, muchísimas cosas (algunas de las cuales iré
compartiendo aquí en próximas entradas), el sábado pasado viajé hasta un
precioso pueblo de Soria llamado Berlanga
de Duero para llevar hasta allí los personajes de “¡Qué animalada!”, uno de
mis espectáculos para público familiar.
Como podéis apreciar en las fotos, mis animalitos y yo estuvimos
literalmente rodeados de gente. Eso hizo que al principio me resultase un poco
difícil hacer que los personajes se desperezasen –ya sabéis que los cuentos son
tímidos y no les gusta el ruido y el barullo–; era casi la una de la tarde y
las familias llegaban de haber recorrido el pueblo junto a un pasacalles de
gigantes y cabezudos con botarga y todo, así que el alboroto estaba asegurado,
sobre todo teniendo en cuenta que mi “escenario” estaba justo al lado de dos
terrazas que, como es natural, a esa hora y en esas circunstancias, se llenaron
de gente deseando tomar el vermú.
Y ya veis que al final conté con unos voluntarios y voluntarias de
excepción para montar mi ya clásica granja de vacas insubordinadas.
Después del colorín-colorado, Alberto con su bicicleta de flores y
brujas y sus dos gnomos gigantes volvió a hacer correr a los peques, que
pasaron un día muy divertido. Bueno, la verdad es que fue un día muy divertido
para todos; yo también lo pasé de maravilla y, después de la contada, aproveché
para acercarme a ver el castillo que en su día fuera del Cid (que lo recibió de
Alfonso VI), la muralla y los restos de la antigua Colegiata, que dan fe de la
importancia de Berlanga de Duero en el Reino de Castilla.
En fin, que fue un gran modo de celebrar la vuelta a la acción de La Domadora de Cuentos.
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