
Coger un libro recién nacido entre las manos es, para quien lo ha escrito, tener entre sus dedos el corazón reciente y delicado de una criatura que se ha estado gestando largo tiempo. Acariciar su cubierta, abrir por fin las páginas y oler la tinta fresca, revisar, con el alma en un puño, cada palabra como el padre que le cuenta los dedos de los pies al bebé para comprobar que todo está en su sitio, volver una y mil veces a mirarle a las hojas y reconocer en ellas nuestra huella genética, el rastro digital y silencioso de lo que un día prendió con un chispazo y después fue creciendo y cambiando con nosotros, como el feto cambia a su madre mientras va modelando sus vísceras de barro.
El jueves pasado, 22 de abril de 2010, víspera del Día del Libro, nació "El mundo de Casimiro. Memorias de un saltamontes", mi cuarto libro de poesía y el primero de poesía infantil.
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Casimiro tiene dos madres: una, orgullosa e inmodesta como lo es quien acaba de dar a luz un bebé precioso, soy yo, que le di la vida en palabras, construyendo su mundo con poemas; la otra (joven y feliz primeriza, que todo hay que decirlo), es Ángela de la Vega, que dio forma y color al saltamontes e imaginó la textura que tenía la tierra de su tiesto y los bigotes del gato que le quiso comer.
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Casimiro ha nacido, además, con el pan debajo del brazo que es un premio literario -el Premio Luna de Aire otorgado por el Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLI)- y tiene varios padrinos: en primer lugar los miembros del jurado -entre ellos el profesor Pedro Cerrillo a quien hace tiempo que admiro por sus estudios y dedicación a la literatura infantil- que decidieron que esta historia merecía ser publicada; además Carlos Martínez, director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, que se encargó de mimar todos los detalles de la edición; y José A. Perona, a quien Casimiro le debe el diseño y la maquetación de sus "memorias".
Podría continuar así, pero la lista sería larga, porque todo alumbramiento es laborioso y, además, correría el riesgo de dejarme a alguien en el camino, así que aquí pongo unos puntos suspensivos que abarcan, con mi más sincero agradecimiento, a todos los que, de una forma u otra, han hecho posible que hoy yo sea tan feliz, con mi nuevo libro sobre la mesa, custodiado por la gata Juanita, que, involuntariamente, se convirtió en fuente de inspiración para un personaje principal de la trama (porque este es un libro de poesía que, sin ser un cuento en verso –es importante aclararlo- tiene un cierto hilo argumental).

Aquí podéis ver a los felices autores firmando tras la entrega del premio, como quien firma el acta de nacimiento de sus vástagos:
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Todas las fotos que siguen, salvo dos que fueron tomadas por Pedro, así como el vídeo que viene a continuación son del Boletín Informativo Digital del Campus de Cuenca CuencaOn.


El profesor Pedro Cerrillo y el vicerrector de la UCLM, José Ignacio Albentosa.
Arturo y Ángela, los ilustradores.
Carlos Martínez y yo con cara de satisfacción.
Arriba ángela y yo abriendo el regalo que nos hicieron, como entrega simbólica del premio. Abajo Arturo y Gonzalo (Darabuc), muy felices con su regalo ya desenvuelto.
Y aquí, por si aún os quedan ganas, aquí está el vídeo que resume el acto: